Hombre de Neanderthal 01

Hombre de Neandertal

Hombre de Neanderthal (Homo neanderthalensis u Homo sapiens neanderthalensis) es una especie extinta del género Homo que habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230 000 hasta 28 000 años atrás, durante el Pleistoceno medio y superior y culturalmente integrada en el Paleolítico medio. El examen de restos antiguos hallados en las cuevas de Châtelperron, en Francia, podrían indicar que convivió con el hombre de Cromañón, primeros hombres modernos en Europa. La comparación del genoma de los neandertales y los humanos modernos apunta a un origen común de las dos especies y a una hibridación posterior entre ellas hace unos 47 000-65 000 años.

Anatómicamente, los esqueletos neandertales son robustos, con un tórax ancho y extremidades cortas. El cráneo se distingue por los arcos supraorbitarios prominentes, frente baja e inclinada, la ausencia de mentón y una capacidad craneal comparable o superior a la de los hombres modernos. Los estudios anatómicos y genéticos no han descartado que poseyeran la facultad del lenguaje hablado.

En los yacimientos neandertales del Paleolítico medio se han encontrado herramientas de piedra y artefactos cuyo estilo se describe como cultura Musteriense. En los últimos tiempos de los neandertales aparece en el registro arqueológico el estilo Châtelperroniense, considerado como más «avanzado» que el musteriense. Los neandertales eran omnívoros y posiblemente practicaban el canibalismo. En los yacimientos más tardíos se ha hallado evidencia de ceremonias fúnebres y sencillos objetos con posible valor artístico.

Se desconocen las causas exactas de su extinción; entre las hipótesis consideradas, varias guardan relación con la expansión de Homo sapiens sapiens en Eurasia, o por los cambios ambientales ligados a cambios de clima.

El término Homo neanderthalensis («hombre de Neanderthal») fue propuesto en 1863 por el geólogo William King en una conferencia de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, y mencionado en su publicación de 1864: «El supuesto hombre fósil del Neanderthal». Hombre de Neanderthal hoy se escribe de dos maneras: la ortografía de la palabra alemana Thal, que significa ‘valle’, fue cambiada a Tal a principios del siglo XX, pero la primera forma de escribirlo es la que a menudo se utiliza en inglés y siempre en la nomenclatura binominal, mientras que en alemán y español generalmente se usa la forma moderna, que es la recomendada por el Diccionario Panhispánico de Dudas.

El comienzo de la historia del hombre de Neanderthal es también el inicio de la paleoantropología. En agosto de 1856 fue descubierto el espécimen que luego sería conocido como Neandertal. El lugar fue la cueva Feldhofer en una zona encañonada del valle del río Düssel, cerca de Düsseldorf, Alemania, que se llama valle de Neander (en alemán Neandertal), tomado del compositor y teólogo Joachim Neander.

Los primeros fósiles fueron encontrados en Engis (Bélgica), en 1829 (Engis 2). Le siguen los de Gibraltar, en la cantera de Forbe en 1848, pero no se reconoció el significado de estos dos descubrimientos hasta bastante después de que se diera a conocer el famoso Hombre de Neanderthal. Este fue hallado en 1856 cerca de Düsseldorf en el valle del río Düssel en Alemania, tres años antes de que Charles Darwin publicara El origen de las especies.

El descubrimiento, en 1856, fue realizado por Johann Karl Fuhlrott y descrito en 1857 por Hermann Schaaffhausen. Franz Mayer, para explicar dicho hallazgo, inventó una teoría curiosa. Según Franz Mayer, el esqueleto pertenecía a un cosaco ruso que perseguía a Napoleón a través de Europa. Explicaba que el cosaco sufría raquitismo, lo que explicaría la forma arqueada de sus piernas, y que el dolor del raquitismo le hacía arquear tanto las cejas que le produjeron unos fuertes arcos supraciliares.

Surgieron hace unos 230 000 años en el Paleolítico Inferior y desaparecen del registro fósil hace unos 33 000-28 000 años, después de haber creado y desplegado la importante y extendida cultura Musteriense, que se considera como la expresión del Paleolítico Medio, y también el Châtelperroniense, que actualmente se cree que habría sido autóctono. Las causas de su extinción son todavía motivo de debate.

Mientras Homo sapiens evolucionó en África, desde donde migró hace entre 100 000 y 60 000 años hacia el resto del planeta, el hombre de Neandertal se supone que desciende del Homo heidelbergensis.

El hallazgo del Homo antecessor en Atapuerca ha esclarecido el significado de la mandíbula aparecida en 1907 en Mauer, cerca de Heidelberg (Alemania), la cual coincide cronológicamente con los Homo erectus, pero difiere de éstos y de los neandertales, concluyéndose que quizás fuera un estadio intermedio entre Homo erectus u Homo ergaster y neandertales. Un cráneo exhumado en Steinheim (Alemania) datado en 250 000 a. C podría corresponder a la misma especie de Homo heidelbergensis o preneandertaliense. En dichos casos hablamos de la glaciación de Mindel o del interglaciar Mindel-Riss, respectivamente. El último de estos cráneos está más evolucionado aún que la mandíbula del primero, pero su capacidad craneal es baja (poco más de 1150 cc).

El descubrimiento del genoma completo del hombre de Neanderthal ha ayudado a establecer de forma más exacta los tiempos de divergencia entre las distintas estirpes. Los humanos se dividieron de los neandertales y de los denisovanos hace 571 000 años, mientras que los neandertales y los denisovanos se separaron hace 381 000 años.

En la península ibérica hay pruebas de su existencia desde hace unos 230 000 años) hasta hace aproximadamente 28 000 años, como indican estudios recientes.

Se ha estimado que la población neanderthal fue más o menos constante durante los 200.000 años que existieron y era sólo de unos 7.000 individuos en todo el continente europeo.

El momento preciso de su extinción ha sido motivo de debate y en 2014, Thomas Higham de la Universidad de Oxford estableció que los últimos restos neandertales en Europa eran datables por radiocarbono entre los 41 000 y los 39 000 años, coincidiendo con el inicio de un período de bajada de las temperaturas en el continente europeo, 5000 años después de que Homo sapiens sapiens iniciara su presencia en el mismo continente. Recientes investigaciones abren la posibilidad de presencia de neandertales mucho más al norte del área de distribución habitual; como en la localidad rusa subártica de Byzovaya, en la que se han encontrado restos arqueológicos musterienses (Paleolítico Medio) datados entre hace 34 000 y 31 000 años. Se trataría de uno de los yacimientos neandertales más tardíos, cuando casi toda Europa ya estaba ocupada por las culturas del Paleolítico superior (Homo sapiens sapiens).

Los últimos reductos de neandertales, datados en unos 28 000 años, se encontraron en el sur de la Península Ibérica (España y Portugal), aunque las últimas dataciones con ultrafiltración y otras técnicas adelantan muchas de esas fechas al menos 10 000 años, proponiendo como fecha de extinción del neandertal hace entre 41 000 y 39 000 años.

Se han propuesto muchas explicaciones para la extinción de los neandertales, en relación o no con la expansión de los cromañones, con los que convivieron en Europa en los últimos milenios de su vida como especie. El paleobotánico José Carrión, de la Universidad de Murcia, propone una tesis de extinción por cambio ambiental ligado a los cambios climáticos.

Aunque la rápida desaparición de los neandertales tras la irrupción del Homo sapiens sapiens en Europa sugiere que éstos últimos estuvieron relacionados con la desaparición de los neandertales, muchas son las preguntas para las que no hay una respuesta clara. ¿Compitió H. s. sapiens intensamente con ellos por recursos?, ¿los mataron y exterminaron en combate?, ¿los contagiaron de enfermedades para las cuales carecían de defensa?, ¿no soportaron, los neandertales, determinados cambios climáticos o ambientales?, ¿se cruzaron H. s. sapiens y neandertales y fueron éstos asimilados por la nueva especie?

La hipótesis de extinción por la rigurosidad de la última gran glaciación parece descartada, ya que los neandertales habrían estado muy bien adaptados al clima glacial. Por otra parte, la hipótesis de mixogénesis o hibridación Homo sapiens sapiens/Homo sapiens neanderthalensis resulta, por los mapeos de secuencias de ADN, bastante probable, habiéndose encontrado restos (niño de Lapedo) que parecen ser un ejemplar híbrido. Sin embargo, también es posible que los neandertales se hubieran extinguido al no poder competir por los recursos con los H. sapiens sapiens (que eran diez veces más numerosos) y verse desplazados a regiones donde la comida y el cobijo eran más difíciles de encontrar.

William King asignó en 1864 el nombre Homo neanderthalensis a los restos encontrados en 1856, dándoles condición humana pero considerándolos una especie diferente. Posteriormente, a pesar de las notables diferencias anatómicas, Bernard Grant Campbell lo denominó Homo sapiens neanderthalensis en su obra Quantitative taxonomy and human evolution, publicada en 1963, debido a su elevada capacidad craneal, equivalente a la del humano actual (y muchas veces superior). Su lugar en la clasificación científica ha generado un debate sobre si debe clasificarse como una subespecie de Homo sapiens (Homo sapiens neanderthalensis), o una especie diferente (Homo neanderthalensis). Esta cuestión tiene importancia en el contexto del debate sobre la evolución de Homo sapiens y la validez de la teorías conocidas como Poligenismo y la Teoría de la Emigración Africana.

Los partidarios de la clasificación del hombre de Neanderthal como subespecie consideran que el tiempo transcurrido una vez que se produjo la bifurcación del último antepasado común del hombre de Neandertal y del humano anatómicamente moderno en dos poblaciones que evolucionaron independientemente debido al aislamiento reproductivo no fue suficiente para que se produjese la especiación, postura sustentada por la evidencia fósil y genética de hibridación entre las dos poblaciones, y concordante con el criterio propuesto por Ernst Mayr para distinguir especies existentes, basado en la capacidad de producción de descendencia viable fértil. En consonancia, desde la publicación de los resultados confirmando la presencia de genes neandertales en humanos modernos, cada vez más expertos utilizan la denominación Homo sapiens neanderthalensis, algunos afirmando que de hecho es la taxonomía correcta o la más aceptada.

La clasificación como especie separada se apoya en las diferencias morfológicas entre neandertales y humanos, significativamente mayores que las variaciones normales entre individuos de la misma especie. Este criterio está más extendido entre los paleontologistas. Por otro lado, la compatibilidad biológica entre neandertales y humanos también se ha cuestionado tras estudios de la distribución de genes neandertales en el genoma nuclear y la ausencia de genoma mitocondrial en los humanos modernos, consistente con el fenómeno de «infertibilidad híbrida» que ocurre en muchos casos de apareamiento de especies normalmente consideradas como separadas. También existe la posibilidad de que los genes arcaicos presentes en los actuales Homo sapiens tengan su origen en los ancestros comunes de humanos y neandertales y que no se haya producido hibridación posterior.

Sus características definidoras, a partir de los huesos fósiles descubiertos hasta ahora (unos 400 individuos), son: esqueleto robusto, pelvis ancha, extremidades cortas y robustas, tórax en barril, arcos supraorbitarios resaltados, frente baja e inclinada, faz prominente, mandíbulas sin mentón y gran capacidad craneal 1550 cm³, igual o incluso más grande que el de los hombres modernos. Vivían en grupos sociales organizados, formados por alrededor de unos treinta miembros casi todos con parentesco (clanes), dominaban el fuego y podían fabricar herramientas rústicas que incluían huesos y piedras.

Los neandertales fueron una especie bien adaptada al frío extremo congruente con la cuarta y última glaciación. Tenían un cráneo alargado y amplio, baja estatura y complexión robusta, y nariz amplia de aletas prominentes; rasgos que pueden denotar una adaptación a climas fríos, como se puede observar actualmente en las poblaciones del Ártico, y muy probablemente dueños de un olfato más desarrollado que el hombre moderno. Según otra interpretación, la morfología nasal neandertal es parte de los rasgos faciales asociados a la masticación.

Un neandertal medio podía alcanzar unos 1,65 m, era de contextura pesada, dentadura prominente y musculatura robusta. Si bien su estructura ósea no los hacía corredores de larga distancia, sí podían hacer cortas y rápidas carreras persecutorias o escapistas; eran sobre todo caminantes de largas distancias. Estudios anatómicos han determinado que el neandertal podía articular una fonética limitada respecto a la que actualmente posee el hombre moderno, debido a la ubicación de la laringe, situada más arriba que la de este. Otros estudios recientes indican que los neandertales podían dar grandes mascadas a su alimento gracias a una mayor apertura bucal. La expectativa de vida de un miembro adulto en un medio ambiente tan extremo, riguroso y hostil no sobrepasaba los 40 años en los hombres y 30 en las mujeres.

La extracción de ADN de esqueletos de neandertales entraña muchos problemas, debido a la contaminación de las muestras con bacterias que colonizaron los cuerpos de los neandertales después de su muerte y con material genético humano proveniente de la manipulación de los huesos durante la excavación y en el laboratorio. A la hora de secuenciar el genoma, se escoge la muestra que menor grado de contaminación tenga, para ello se analiza el porcentaje de ADN mitocondrial humano y neandertal por reacción en cadena de la polimerasa, ya que los ADN tan antiguos son muy fáciles de contaminar. Además, su antigüedad hace que durante su manipulación para la secuenciación haya que tener especialmente en cuenta y corregir los errores y artefactos que se suelen introducir por esta edad. A pesar de estas dificultades, se ha logrado extraer ADN de varios ejemplares y se han obtenido secuencias tanto del ADN mitocondrial como del nuclear.

En las primeras investigaciones sobre el genoma del Hombre de Neanderthal lo que se intentaba era lograr extraer el mayor número posible de secuencias, las cuales se comparaban con genomas de diversas especies como humanos, chimpancés, ratón o microorganismos, entre otras, con el fin de continuar únicamente con las que tenían similitud con primates y extraer toda la información posible de ellas, como tiempos de divergencia entre especies, tamaños efectivos de población o flujo genético por ejemplo.

En estas primeras investigaciones no se lograba una amplia cobertura del genoma con estas secuencias simplemente. Sin embargo, hasta 2013 no se consigue secuenciar el genoma completo del neandertal (por el grupo de Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig). Para la secuenciación, tanto en las primeras investigaciones como en estas últimas, ha sido muy importante la técnica de secuenciación desarrollada por la empresa 454 Life Sciences, denominada Pirosecuenciación.

La primera secuencia del genoma nuclear fue publicada en 2010. En este proyecto se secuenciaron un total de 5525 millones de nucleótidos, que constituyen cerca del 63 % de la totalidad, a partir de tres muestras procedentes del yacimiento croata de Vindija, correspondientes a tres individuos femeninos diferentes, y se complementó con la secuenciación parcial de otros tres neandertales procedentes de Mezmaiskaya (Rusia), de Feldhofer y de la cueva de El Sidrón (España). La contaminación con ADN moderno fue calculada, a partir de diferentes marcadores genéticos, entre el 0 y el 0,5 por ciento. Este primer estudio confirmó la presencia de genes neandertales en poblaciones euroasiáticas. La secuencia completa del genoma de los neandertales se logró en 2013.

Los genomas de Homo sapiens sapiens y Homo sapiens neanderthalensis tienen prácticamente el mismo tamaño y coinciden en un 99,7 %, comparando el orden exacto de las bases nitrogenadas en la doble cadena de nucleótidos. Sin tener en cuenta dicho orden, son idénticos en un 99,84 %. Se han encontrado un número bajo de sustituciones, inserciones y deleciones, que afectan solamente a 87 genes. Además, también se ha estudiado la existencia de regiones afectadas por selección positiva entre humanos y neandertales, es decir, que se han cambiado y fijado rápidamente, y se han mantenido; encontrándose 63 regiones, las cuales contienen 112 genes.

Gracias al estudio del genoma neandertal, se han descubierto nuevos datos sobre esta especie. Se sabe que podían ser pelirrojos, por poseer ciertas variantes del gen MC1R asociadas con este color de pelo. También se ha descubierto el locus del grupo sanguíneo ABO y que los adultos tenían intolerancia a la lactosa. La variante del gen del habla FoxP2, característica de los seres humanos modernos, también fue encontrada en los especímenes de El Sidrón, sugiriendo que los neandertales tendrían las facultades básicas del lenguaje.

El grado de diferencia filogenética entre los neandertales y los humanos modernos confirma que los primeros no eran antepasados directos de H. sapiens sapiens, pero ambas especies tenían antepasados comunes, que de acuerdo con los cálculos realizados en las diferentes investigaciones habría vivido entre hace 706 000 años y hace 516 000 años. Comparando el genoma completo con el del humano moderno y del chimpancé, se estima que la divergencia entre neandertales y humanos modernos ocurrió hace 660 000 ± 140 000 años. Otro estudio sostiene que la separación entre las dos especies habría ocurrido entre 270 000 y 440 000 años antes del presente.

El ADN mitocondrial es muy utilizado para la determinación del linaje matrilineal de los restos encontrados, pues mediante estudios filogenéticos se determina la especie a la que pertenece. El primer análisis del ADN mitocondrial tuvo lugar en 1997, a partir de un individuo de la cueva de Feldhofer (Alemania). Este primer análisis reveló que las diferencias genéticas entre H. s. neanderthalensis y H. s. sapiens son significantemente mayores de las que se observan entre diferentes humanos modernos. También se determinó que el ejemplar examinado no presentaba mayor similitud con los europeos que con otros grupos humanos, al contrario de lo que podría esperarse dada la presencia en la misma zona geográfica. Posteriores análisis de ADN mitocondrial neandertal en 1999 (Rusia), 2000 (Croacia) y otros, corroboran estas conclusiones. Suponiendo que la antigüedad del ancestro común más reciente humano-chimpancé es de 4-5 millones de años, el ADN mitocondrial revela que la antigüedad del ancestro sapiens-neandertal sería de 550-690 mil años.
Hibridación con Homo sapiens sapiens

El análisis del genoma nuclear apunta a un aporte neandertal al acervo genético de los humanos modernos. Los euroasiáticos poseen entre el 1 y el 5 % de genes arcaicos por persona que se pueden atribuir a hibridacion con neandertales. El cruce entre especies podría haber tenido lugar cuando el ser humano moderno llegó a Oriente Medio tras salir de África. En octubre de 2014 se secuenció el genoma completo de un hombre moderno, conocido como el hombre de Ust’-Ishim, que murió hace 45 000 años en la actual Siberia y que poseía un 21 % de ADN neandertal; de acuerdo con la distribución de genes neandertales en este espécimen, se calcula que la hibridación tuvo lugar hace 50 ó 60 mil años. También se ha hallado un fósil de un posible híbrido: el llamado Niño de Lapedo.

Se calcula en un 20 % la cantidad total del genoma del hombre de Neanderthal que ha sobrevivido en humanos modernos. Este porcentaje es mucho mayor si se examinan solo ciertos genes presentes en la población humana actual ajena a África, como los de la piel y el pelo y los implicados en enfermedades como la diabetes tipo 2, la enfermedad de Crohn, el lupus y la cirrosis biliar. En el caso de los genes involucrados en la pigmentación de la piel, el aporte neandertal alcanza una frecuencia de hasta un 70 % en europeos, y se considera probable que estos genes confirieran a los humanos modernos provenientes de África una mejor adaptación a las condiciones en latitudes altas, lo que explicaría su permanencia y expansión en el genoma por selección natural.

Por otro lado, también se ha hallado que otros genes neandertales han sufrido una selección negativa. Por ejemplo, la contribución genética neandertal es muy baja en ciertas regiones del cromosoma X, así como genes expresados en los testículos. Esta distribución sugiere que los alelos neandertales causaban infertilidad masculina. David Reich, coautor del estudio interpreta los resultados como evidencia de que los humanos y neandertales eran casi «biológicamente incompatibles».

Los análisis del ADN mitocondrial no han hallado ninguna evidencia de hibridación entre Homo sapiens y el hombre de Neandertal. Paul Mason y Roger Short proponen tres posibles explicaciones: 1) el genoma mitocondrial presentaba mutaciones que causaron la extinción de los individuos que lo heredaban; 2) Los descendientes híbridos de madres neandertales se incorporaron a la grupos neandertales y se extinguieron con ellos; 3) la descendencia de madre neandertal y padre humano era estéril, algo que se ha observado en otros casos de hibridación entre especies.

Los neandertales eran recolectores-cazadores, existiendo pruebas de consumo de grandes animales como los mamuts. En la segunda década del siglo XXI se encontraron restos de consumo de marisco de hace unos 150 000 años de antigüedad en un yacimiento de España, actividad que hasta ese entonces se creía exclusiva del H. s. sapiens.

El canibalismo es algo probado en diferentes yacimientos neandertales, como Moula-Guercy o Vindija. Los restos óseos presentan marcas de corte realizadas con herramientas de piedra, y están muy bien conservados por haber sido eliminada de sus huesos toda la carne. No era un canibalismo antropofágico, sino ritual, según se cree. Al parecer la carne se quitaba de los huesos para ser enterrada, y no para ser comida. Esto se sabe por comparación etnológica. Bajo un microscopio se nota la diferencia de los cortes realizados en animales de caza para ser comidos, y en los que se practican en huesos de los miembros fallecidos del grupo.

Esta sería una práctica que se habría realizado durante largos períodos y en diferentes regiones. Los yacimientos mencionados están uno en Francia y el otro en Croacia; el primero está datado en 100 000 años y el segundo en 30 000. También se han encontrado evidencias de canibalismo ritual en El Sidrón (España), en Combe Grenal (Francia), en Krapina (Croacia) y en la cueva de Guattari (Italia).

Aunque en el caso de la cueva del Sidrón se cree que podría ser un canibalismo con fines alimenticios, debido a hambrunas. Al parecer, en los dientes de esos individuos se pueden ver períodos de hambruna, y los huesos están triturados como para quitarles el tuétano, es decir, «limpiados» con fines alimenticios, y no rituales.

El estilo de herramientas líticas utilizadas en el Paleolítico medio por los neandertales se conoce como la cultura Musteriense, así llamada por haber sido encontradas por primera vez en el yacimiento arqueológico Le Moustier. La cultura musteriense está caracterizada por la utilización de la técnica de talla Levallois. Estas herramientas fueron producidas usando martillos de percusión blandos, de hueso o madera. En los últimos tiempos de los neandertales aparece en el registro arqueológico el estilo Châtelperroniense, considerado como más «avanzado» que el musteriense.

Es polémica la cuestión acerca de qué forma de comunicación manejaban los neandertales: si un lenguaje relativamente similar al moderno (con estructura compositiva y reglas gramaticales, de modo que un número limitado de palabras se combina para crear un número ilimitado de frases posibles) o algunas formas menos desarrolladas y, en cierto sentido, más próximas al sistema de comunicación de los simios.

Entre los autores que consideran que los neandertales no usaban un lenguaje como tal está el arqueólogo Steven Mithen, de la Universidad de Reading, que defiende la teoría de que tenían un sistema de comunicación «Hmmmm» (es decir, holístico, manipulador, multimodal, musical y mimético). Lieberman realizó un modelo coincidente con la opinión de Mithen: la situación del cuello adelantado y la disposición de la laringe parecerían haber dificultado un lenguaje articulado. Sin embargo, otros estudios suponen que el hioides estaba lo suficientemente desarrollado y posicionado como para la emisión de fonemas discretos con capacidad simbólica, aunque de un modo mucho más tosco que en el Homo sapiens. Por otro lado, en el ADN obtenido de restos neandertales se ha encontrado una variante del gen FoxP2 relacionado con el habla en H. s. sapiens, lo cual implica que, desde el punto de vista genético, estaban capacitados para el lenguaje.

El arte (musteriense) de los neandertales aún presenta controversias: André Leroi-Gourhan, entre otros, observó que podían, y de hecho solían, rendir homenajes a sus difuntos (elaborando sencillas tumbas), bastante tardíamente, cuando ya podrían haber entrado en contacto con H. s. sapiens. Los neandertales parecen haber estado dotados de la suficiente habilidad como para copiar rudimentariamente el arte de los H. s. sapiens primitivos: en yacimientos correspondientes a neandertales se han hallado algunos pocos objetos de cuerno pulido que parecen haber tenido un valor estético e incluso una muy tosca máscara confeccionada con una basta placa de piedra a la cual se le practicaron dos oquedades a modo de ojos.

La cueva de Nerja alberga, según estudios de 2012, las que podrían ser las pinturas más antiguas de la humanidad. Si la datación es correcta, se considera muy probable que hayan sido realizadas por neandertales.

En junio de 2012, se hicieron públicos los resultados de una investigación científica llevada a cabo por investigadores británicos, portugueses y españoles, bajo la dirección de Alistair Pike, del Departamento de Antropología y Arquelogía de la Universidad de Bristol, según la cual algunas pinturas de las cuevas del norte de España, Altamira, El Castillo, Tito Bustillo, entre otras, tendrían una datación de por lo menos 40 800 años. Aparte de convertirlas en la manifestación pictórica más antigua de la humanidad (existen grabados más antiguos en África), también abre la posibilidad, según los antropólogos, a considerar seriamente que sus autores fueran neandertales.

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